jueves, 1 de septiembre de 2011

Miercoles.

Era lunes. No sabia exactamente lo que estaba haciendo alli, en nuestro parque. Sentado en el banco donde hace ya casi dos meses tome la decisión mas dura de mi vida. Recuerdo aquel dia como si fuera, ayer, 19 de marzo, el dia en el que hicimos cinco meses, el peor de mi vida.

Llevaba casi una semana sin verla, ella estaba de viaje desde hacía seis dias. Ni siquiera habiamos hablado, la echaba mucho de menos.
Estaba tumbado en el sofá, comiendo palomitas y pensando en ella. En esa rubia de ojos azules que me habia robado el corazón, en esa chica que siempre tenia una sonrisa pintada en la cara, en esa chica de 16 años que se llamaba Paula.
Necesitaba oir su voz, su incesante cantinela sobre las cosas que habia hecho y las que haria, todas esas historias que me contaba, necesitaba oirla a ella; asi que la llamé.
- ¿Guille?
- Hola peque, ¿Que tal en Italia?
- Bien, ¿Tu como estas?
- Bueno, te echo de menos.
- Oye, ¿Querias algo?
- Pues... No, solo llamaba para recordarte que te quiero.
- Yo tambien, pero te deben de estar cobrando una pasta, te llamo cuando llegue, ¿Vale? Te quiero, adios.
- Te quie...
Colgó. Estaba muy rara, algo no iba bien, lo sabía.

Paso una semana y no tenia noticias de Paula, ni una llamada, ni un mensaje, nada. Debia de haber llegado la noche anterior asi que estaria en casa. Tenia ganas de verla.

Llame al timbre, oi unos pasos al otro lado de la puerta, era ella seguro.
- ¿Quien es?
- Guille.
Abrio la puerta. Estaba nerviosa, se le notaba.
- ¿Puedo pasar?
- No, es que... estoy castigada.
- Venga, nadie se va a enterar. - Insisti.
- Guille, mi madre esta en casa, te tienes que ir.
- ¿Ni siquiera me das un beso?
Paula me dio un beso rapido, frio, como si estuviera incomoda. Se aparto en seguida.
- ¿Contento?
No me dejó contestar a su pregunta, me empujo hacia el ascensor y se metio en casa, dejandome solo con todas mis dudas. No, definitivamente no estaba nada contento.
No sabia que habia pasado, ella no solia ser asi. Era la chica mas dulce y cariñosa que habia conocido, pero desde que volvio de ese viaje algo habia cambiado, me temia lo peor.

Un par de dias despues me llegó la factura del teléfono, habia algo raro, no figuraba ninguna llamada al extranjero; sin embargo, yo habia llamado a Paula cuando estaba en Italia, ¿O no?
La llame a casa, necesitaba una explicacion, cada vez estaba mas nervioso, cada vez tenia mas miedo.
- ¿Si? - No era su voz.
- ¿Esta Paula?
- Si, esta en su cuarto, ¿De parte de quien?
- Soy Guille.
- Ahora se pone.
Oi como la llamban al otro lado de la linea, una especie de discursion y finalente, su voz.
- ¿Que quieres? Ya te he dicho que estoy castigada.
- Nada, que acaba de llegarme la factura del telefono y...
- ¿Y que? - Preguntó nerviosa.
- Que no figura ninguna llamada al extranjero.
- ¿Y que tengo que ver yo? Llama a la compañia.
- Vale, perdona. Llamame cuando puedas, te echo de menos.
- Vale.
- Te quiero.
- Y yo, adios.
Esta vez fui yo el que colgó, ahora estaba seguro. Paula no sabia mentir, nunca supo hacerlo, ademas, yo la conocia demasiado, no habia estado en Italia.

Miercoles 19 de marzo, dos de la tarde, fui a buscarla al colegio para darle una sorpresa por nuestro aniversario. La estuve esperando en la puerta; sin embargo, cuando hubo salido todo el mundo, ella no estaba. Fui a la esquina, a nuestra esquina, siempre quedabamos alli. Y entonces la vi, estaba ahi, como la mayoria de las tardes, pero no estaba sola. ¿Quien era ese tio que la estaba besando? Me quedé ahí, paralizado, incapaz siquiera de respirar. De pronto Paula se dio la vuelta y me vio. Ninguno dijo nada, simplemente nos miramos a los ojos hasta que yo, armandome de valor, pregunté:
- ¿Desde cuando?
Paula no fue capaz de responderme antes de que las lagrimas empezasen a caer por sus mejillas y su pequeño cuerpo comenzase a temblar; sin embargo, me di la vuelta sin dejar que mi cara reflejase el inmenso dolor que sentia y me subi al coche, donde sonaba ya una canción, "Princesa" de Sabina, nuestra canción.


Lunes por la mañana, llevaba dias sin levantarme de la cama, ¿Para que? Si ya nada importaba. De pronto, el teléfono volvió a sonar, por cuarta vez aquella mañana. Pensé en dejarlo sonar, como llevaba haciendo todos esos días, sin embargo, me pudo la ira y, ¿Por que no? también la curiosidad. Me levanté perezosamente de la cama y abrí las persianas. Una intensa luz me deslumbró, pero mis ojos se acostumbraron enseguida a la claridad del dia. Salí de la habitación y me dirigí a la cocina dispuesto a pegarle un grito a aquella misteriosa persona que llevaba días molestándome; sin embargo, nada más entrar en la cocina me derrumbé. El salero estaba encima de la mesa, me lo había regalado ella, tenía un significado pero lo había olvidado.
Algo vibró en la encimera, mi movil, era un mensaje. Al cogerlo, vi las llamadas perdidas, todas suyas.

No deberia estar alli, me estaba torturando a mi mismo al volver a caminar por ese parque, a sentarme en ese banco, pero no podia evitarlo, simplemente no era capaz de olvidarla. Entonces la vi, estaba sentada en nuestro banco, tenia la cabeza hundida entre los brazos y los hombros le temblaban, estaba llorando. No pude evitar sentarme al pie de un árbol y observarla, oculto por sus ramas. Al cabo de una media hora Paula se secó las lágrimas, y decidida se levantó del banco y se fue, dejando en su lugar un pequeño sobre de color blanco. Me acerqué a él y sin porder contenerme ni un minuto más lo abrí. En su interior, una nota con las dos palabras prohibidas, esas que yo había pronunciado millones de veces pero que ella jamás había tenido el valor de decirme: "Te Quiero".

No hay comentarios:

Publicar un comentario